Espacio Banco Ciudad, ArteBa, 2021
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Un sensual y poderoso susurro
Cuando Kazímir Malevich exhibió por primera vez su Cuadrado Negro en “0.10. La última exhibición futurista”, dio nacimiento a una vanguardia que cambiaría para siempre la historia de las artes: el Suprematismo. A diferencia de los otros cuadros, el artista colocó su obra insignia en uno de los ángulos superiores de la sala. De acuerdo a la tradición, ese era el espacio que los hogares rusos tenían reservado para exponer y venerar a los íconos de la religión ortodoxa. Los creyentes entendían que, al colocar las imágenes en ese hueco y no contra la pared, facilitaban el paso del aire por detrás de su figura para así dotar al ícono de una existencia viva. Se sabe: donde hay aire, hay vida. Con ese audaz gesto Malevich robustecía su apuesta estética. El Cuadrado Negro no era solo una pintura de caballete sino también, y sobre todo, un nuevo ícono revolucionario.
A través de un sagaz ejercicio de exploración histórica, Gilda Picabea nos invita a descubrir y celebrar un poético gesto de exhumación estética. El Rectángulo Negro rescata un legado no tanto como homenaje emotivo sino como metamorfosis de una potencia social disruptiva que se manifiesta a través de los encantos de la forma. Un embrión siempre porta nuevas posibilidades. Pero si esta exhumación supone la reactualización de una promesa que fue a la vez estética y política, la disposición icónica de la obra apunta ya a la resurrección del espíritu de unos potenciales ancestros que se resisten a ser arrasados por el entretenimiento y el consumo. En ese bello acto de filiación, recuperan su voz y prologan su vigor.
Un cuadro –como la vida– es un proyecto estético. Tal vez la pintura que nos propone Gilda no solo sea un simultáneo acto de exhumación y resurrección sino también una suerte de eslabón perdido entre las felices aspiraciones de las vanguardias y la actual necesidad de pensar un futuro que no siga envileciendo nuestros vínculos y el mundo que los cobija. Un sensual y poderoso susurro en medio del mundanal ruido. Solo debemos estar más atentos.
Martín Baña
Buenos Aires, octubre 2021