Hache Galería, 2016
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“Si algo enseña el arte – en primer lugar al propio artista – es el carácter privado de la condición humana. El arte, la iniciativa privada más antigua, y más literal, despierta en el ser humano, consciente o inconscientemente, un sentido de unicidad, de individualidad, de separación que lo convierte, de animal social, en un yo independiente (…) Un salto hacia algo más elevado, salto hacia la independencia, hacia la intimidad.” (1)
Gilda Picabea en su bohardilla.
Tiene la muestra programada, varios cuadros terminados y otros en proceso… pero en conjunto el plan está cerrado; ya pensó hasta cómo va a ser el montaje en la galería, y es impecable, como el color en sus cuadros.
“el señor Geiser sabe: para subir a la cresta, a las dos de la madrugada, no se necesita farol, hasta tal punto es clara la noche sobre los glaciares, incluso cuando no hay luna; la roca tiene la palidez de los huesos; y como no hay sombras, desde cerca diría uno que es irreal, pero existente; al tocarla está helada y es durísima; no es una buena roca; de vez en cuando se rompe en pedazos cuando la mano busca un sitio de donde agarrarse; después, los trozos que caen resbalando hasta el fondo. Fuera de esto no se oye nada, a no ser el ruido que hace uno mismo; de vez en cuando el tintineo claro y preciso del pico que se bambolea y choca contra la roca; aparte de esto, silencio, como en la luna. Los perfiles dentados y las peñas en forma de torres, si uno mira hacia arriba, tienen un aspecto fantasmal por la noche; luego, más tarde, con las primeras luces del sol tienen un color amarillo, como si fueran de ámbar, mientras que el valle de Zermatt está todavía en sombras. . . “ (2)
El color en los cuadros de Gilda contiene el trayecto de su obra, congelado.
“Hay que juntar las palabras como en una danza. En cierto modo el discurso de los contadores de fábulas es musical. El escritor también hace una performance . Y el espectáculo que produce es siempre más importante que el texto mismo” (3)
“Uso los recursos más elementales para plantear el dibujo, y nunca utilizo cinta para enmascarar las líneas o los límites entre planos, lo hago con un pincel finito y muy lentamente, es uno de los momentos que más disfruto de pintar (si es que se puede disfrutar pintar). Y luego, para completar el plano y con pinceles más anchos, siento una especie de libertad, incluso cuando debo lijar algún color porque no me convence una vez seco, para volver a pintarlo. Son dos momentos bien opuestos en la postura de mi cuerpo frente al cuadro. Y en el proceso hago todo lo posible para evitar los barnices finales de acabado que me parece terminan unificando los planos”.
Le propongo que incluyamos un pequeño cuadro anterior , que es un cuadrado partido por una diagonal descentrada que parte el plano en dos campos de color: arriba-izquierda rojo, abajo derecha naranja: Seré feliz (óleo sobre tela, 48 x 48 cm), Gilda acepta optimista…
El título proviene de un cuadro de Fautrier, el magnífico informalista francés.
En apariencia nada vincula a esa obra con la de nuestra artista.
En lo real tiene su huella: aquello que evoca un origen en el instante mismo en que testimonia su desaparición*.
“La única reserva: la nostalgia que siento por una juventud donde el apresuramiento podía ser soberano, donde no parecía que la pasión fuera nunca digna de desconfianza. Estaba equivocado, pero por más que la inexperiencia me parezca penosa, la necesidad de la experiencia es la tara de la realización; si estuviéramos tan conmovidos por los balbuceos de la infancia, nunca nuestros pensamientos profundos tendrían la levedad que mide su profundidad.” (4)
Gilda sabe perfectamente cómo va a ser el cuadro, sin embargo cada obra es experimental: comparte la magia de la poesía.
“En todas mis pinturas aparece lo mismo, la ausencia, la distancia, el apego y el desapego, el encuentro y el desencuentro; lo que separa los últimos trabajos de la etapa de las curvas es que las imágenes se volvieron más trágicas en algún sentido, y en parte la reducción de los recursos en la pintura dio pie para que sucediera, pero no sé qué llegó primero. Siento que con el paso del tiempo de alguna manera se vuelve a significar mi impulso de pintar, y que esto se traduce en mi pintura, o eso intento al menos; si hay algo que puede diferenciar a este grupo de lo anterior inmediato creo que es la repetición, no sólo de elementos, sino de imágenes (digo repetición, pero puede ser una limitación aún mayor que en los trabajos anteriores, la S por ejemplo, o las bandas de color). Quizás todo el proceso sea como ir hacia el centro de un espiral, donde el movimiento se percibe cada vez menos.”
“Y esa voz doble es tal porque corresponde a una mirada doble, la mirada que observa y la mirada que contempla a quien observa, el ojo de Apolo y el ojo de Pitón oculto en él, la ninfa que brota en lo invisible.” (5)
Finalmente creó una serie de nuevas telas, pequeñas. A mi modo de ver : una clave para la contemplación de su obra, una apertura al otro; así Gilda Picabea transmitiendo su deleite consigue la metamorfosis del receptor en emisor.
Juan José Cambre, Buenos Aires, julio 2016
1 Joseph Brodsky, La conferencia del premio nobel
2 Max Frisch, El hombre aparece en el Holoceno
3 Marcelo Cohen, Música prosaica
* Giorgio Agamben, La potencia del pensamiento
4 Georges Bataille, Carta a Yves Breton
5 Roberto Calasso, La locura que viene de las ninfas