Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires –MACBA-. 2024
–
De la extensa producción que Gilda Picabea desarrolló en la última década fueron seleccionadas para esta exhibición antológica las obras más recientes, muchas de ellas de gran formato. Son pinturas como maniobras maestras que torsionan a distancia telescópica las membranas de los ojos adormecidos. A veces la artista ensaya en pequeñas telas los movimientos que le permiten luego conducir al óleo, sin que pierda su bravura, en un tamaño mayor. El paso del pincel queda a la vista porque es la vía por donde circulan las sensaciones de lo contingente que llevan a pensar en la actuación de una pintura en su época (que es toda época en que una pintura sea vista). Esto último es importante para una producción como la de Picabea cuyo programa busca retomar y dar continuidad a los desarrollos de la abstracción concreta sudamericana que tuvieron su despunte en el mítico año ‘44. Varias de las pinturas que se presentan en el primer y segundo subsuelo de este museo establecen un estado de polémica con otras pinturas que son sus referentes —pero a veces con recursos o herramientas propias del oficio de pintar y dibujar. En ocasiones, la artista copia aquellos procedimientos históricos, un poco para probarlos ella misma y otro tanto, para verlos bajo este sol. Con estas nuevas obras, Picabea levanta un paisaje que es capaz de contener el aturdimiento al que nos acostumbraron las imágenes y de poner a funcionar otras de sus habilidades, por ejemplo, la de hacernos ejercitar la diferencia; así no sea porque provocan una pregunta como ¿vos ves eso igual de rosa que yo?
Belén Coluccio. Buenos Aires. Junio 2024